“El terreno del arte para mí no ha sido fácil, ya no sé si es por ser negro o por los temas que trato”: Carlos Martiel


Carlos Martiel Plaga, 2016. Zisa Zona Arti Contemporanee (ZAC), Palermo, Italia. Foto: Annamaria La Mastra

“Sucede que yo no soy un “negro de conversación”, como esos que se dicen negros o que se sienten identificados con la cultura negra, pero que no tienen la más mínima idea de lo que es ser un negro prieto los 365 días del año. Ni imaginan lo que es pasar delante de un policía, por una aduana, o por inmigración de un aeropuerto bajo una piel negra, o que te nieguen una oportunidad para dársela a un blanco (quizás estando tu más preparado). Que cuando le preguntas quién es Marcus Garvey, quiénes son los Garífunas, o los aportes de la música de Susana Baca a la cultura afroperuana, no tienen la más mínima idea, pero son más negros que mi bisabuelo el haitiano”.

Entrevista de Alí Majúl para Canal Cultura

El artista cubano Carlos Martiel* conversó con Alí Majúl sobre el cuerpo y el performance, el deseo, el racismo estructural en el arte, la mierda que tenemos de mundo, el dolor, la descolonización en el arte, el ser un artista negro en un mundo de blancos, de migración, entre otros temas.

¿Quién es Carlos Martiel?

Respondiendo a esta pregunta se pudiera escribir un libro, porque el universo y las facetas que componen a cada ser humano son infinitas, y van de la luz a la sombra. Somos muchas existencias contenidas dentro de un mismo cuerpo. Somos unos con nuestros padres, otro con los amigos, otros con los amantes, y así sucesivamente con cada círculo que rodea nuestra vida. Resumiendo la cuestión, soy un artista, nacido en Cuba, descendiente de inmigrantes haitianos y jamaiquinos que emigraron a Holguín a mediados de 1920. Desde muy joven he estado interesado en cuestiones o problemáticas, relacionadas a mi cuerpo, sus libertades en un contexto como Cuba, los límites de lo permisible, la racialidad, entre otros tantos temas que han surgido con mi madurez. Todo esto me llevó a expresarme desde el performance como un medio de empoderamiento.

Un artista comprometido con lo que considero la memoria de libertad, esa memoria ancestral que está metida en lo más profundo de mi ADN, y que ningún mecanismo de opresión puede suprimir.

¿Qué es el cuerpo y el performance para Carlos Martiel?

Mi cuerpo es lo único que poseo para experimentar la realidad y realmente fue la causa principal que me llevó a trabajar desde el performance. Cada célula de mi individualidad está impregnada de la belleza, el escepticismo, y el dolor, de las experiencias que he vivido.

El performance llegó a mi vida como un puente, que conecta mi memoria individual con mi memoria ancestral. Es un medio que me permite desde la contemporaneidad dialogar entre otras cosas sobre verdades universales, que están ocultas en lo más profundo de la condición humana. Que solo pueden ser transmitidas desde la ritualización del cuerpo. El performance constituye un gesto de desenlace y ruptura, con la realidad que me ha tocado vivir, construida desde la mentira, la violencia, la opresión, la desigualdad, y que se está desmoronando frente a nuestros ojos.

Carlos Martiel Basamento (2016) CIFO Art Space, Miami, EE.UU. Foto: Walter Wlodarczyk ¿Por qué la ansiedad humana sobre el cuerpo es tan eterna como el deseo?

Toda forma de vida nace del deseo de otros cuerpos y del deseo propio de existir. El deseo es voluntad, y la voluntad sostiene la vida. Esto sitúa al deseo en el punto inicial desde la cual comienza la aventura de la vida.

Hay cosas que nos han sido entregadas por el solo hecho de ser humanos, la mente, la creatividad, las lágrimas, y entre tantas otras cosas, la ansiedad. Esa ansiedad que se remonta a los mismos orígenes de la especie humana. A veces me pregunto, ¿Cómo se sentiría la criatura humana en sus orígenes? Arrojada en un mundo de fieras, sin ningún tipo de control de las condiciones climatológicas, sin la más mínima idea del sentido de la vida en medio de tanta hostilidad. Porque la naturaleza es en esencia hostil. En algún sentido, la ansiedad nos ha llevado a inventar infinidades de dioses, a dominar la naturaleza al precio que sea necesario, a esclavizar a otros seres humanos, a estudiar las estrellas, y hasta a cometer suicidio. ¿Y para combatirla? hemos inventado quien sabe cuántas drogas.

Inicialmente me mueve un tema y es la migración, es por eso, que quiero preguntar por qué se potencializa en sus performances y cómo ha sido su relación como artista con la xenofobia, el abuso policial, la represión, con Estados Unidos – Europa y el poder

Antes de ser un artista soy un ser humano, nacido por suerte o por desgracia en Cuba. Como la mayoría de todos los cubanos he sufrido en carne propia lo que es vivir encerrado en una isla por puro capricho y voluntarismo político. Las primeras obras que realicé sobre el tema migratorio, tuvieron lugar en Cuba, tal es el caso de “Isla muerta”, “Capitulación”, “A donde mis pies no lleguen”, entre otras tantas. Ya luego y según los contextos en los que me ha tocado trabajar, he continuado profundizando en el tema, siempre he intentado abordarlo desde una perspectiva diferente y adecuada al contexto.

Yo salí de Cuba en el 2012, he vivido ilegal en Ecuador, Perú, Bolivia, y Argentina, luego me vine a Estados Unidos. Durante estos últimos años, he tenido experiencias de todo tipo en relación a la xenofobia, el abuso policial, o la represión. He escuchado y visto experiencias muy fuertes de digerir, no solo en Estados Unidos, o Europa, también en Latinoamérica. La primera vez que me sentí discriminado por cubano fue en Quito. Recuerdo que estaba sentado frente al Palacio de Gobierno, intentando vender unas pulseras de lana que en ese momento confeccionaba para mal pagarme la vida. De repente para mi asombro, escucho y veo, una señora con un altoparlante gritando a pecho partido: “Saquen de Ecuador, a los cubanos, los peruanos y los colombianos”. En ese momento a lo único que atiné, fue a sacar mi pasaporte del bolsillo abrirlo en la página principal y mostrárselo en la cara. Durante todo el tiempo que siguió gritando y según se iban congregando los curiosos alrededor de nosotros. Finalmente, llego la policía y le pidió que se retirara, pero la historia no termina ahí, al otro día la señora llegó, pero ya no gritaba sino que repartía volantes. Lo cual me hizo más difícil abordarla. Eso es solo un caso, pero hay muchas más historias, incluso, subidas de tono… En Ecuador, Argentina, Italia, Brasil, Alemania, a todo lugar donde se llega siempre te hacen sentir diferente y encima te quieren castigar por ello.

¿Cómo se relaciona el territorio, el Estado, la nación, las dictaduras, el Caribe, la periferia, la ciudad, con tus acciones performativas?

¿De dónde viene la verdadera opresión? ¿De la familia?, ¿El sistema de educación?, o ¿El jefe? La verdadera opresión viene del Estado. Enfrenta a tu familia y serás tachado de rebelde. Cuestiona el sistema de educación y te dirán esnobista. Exígele al jefe y en el peor de los casos lo más que tendrás será desempleo. Ahora, métete con el Estado, te perseguirán, te encarcelarán, violarán tus derechos, te tomarán como chivo expiatorio, te reducirán a nada, y como prueba están, los millones de muertos de todas las dictaduras. A dónde voy con esto, yo no puedo emitir criterio de lo que no conozco, pero nací en el Caribe, específicamente en Cuba, bajo un estado que las únicas críticas que admite son las que se hace así mismo. Un país que ha sido controlado por seis décadas por una sola familia, fíjate si controlan, que el nuevo presidente está puesto a dedo por Raúl, no lo eligió el pueblo. Es el colmo, lo que supone que es un proceso de transición es comandado por el ostracismo. Soy un artista comprometido con mi libertad, y todo lo antes mencionado lo único que ha hecho es atentar contra mi libertad y mis derechos. Sucede igual en el mundo, y soy un ser sensible, que me identifico con determinadas problemáticas independientemente de su país de origen. Dentro o fuera de Cuba, mi trabajo busca expresar, criticar, y de un modo sutil exige un cambio de determinadas problemáticas detrás de las cuales está el Estado.

Carlos Martiel Intruso (América), 2018, AC Institute, Nueva York, EE.UU. Foto: Walter Wlodarczyk

El racismo estructural es algo que te cuestionas en tu obra en general, conversemos de ello.

Tenía siete años apenas,

¡Qué siete años!

¡No llegaba a cinco siquiera!

De pronto unas voces en la calle

me gritaron ¡Negra!

¿Que genia Victoria, no? Creo que no existe un negro que no haya vivido en carne propia esos primeros versos de la canción Me gritaron negra, de Victoria Santa Cruz, o al cual se le haya llamado negro de forma peyorativa.

Sucede que yo no soy un “negro de conversación”, como esos que se dicen negros o que se sienten identificados con la cultura negra, pero que no tienen la más mínima idea de lo que es ser un negro prieto los 365 días del año. Ni imaginan lo que es pasar delante de un policía, por una aduana, o por inmigración de un aeropuerto bajo una piel negra, o que te nieguen una oportunidad para dársela a un blanco (quizás estando tu más preparado). Que cuando le preguntas quién es Marcus Garvey, quiénes son los Garífunas, o los aportes de la música de Susana Baca a la cultura afroperuana, no tienen la más mínima idea, pero son más negros que mi bisabuelo el haitiano.

Desde que tengo uso de razón esta piel ha sido un motivo de burla, disgusto, o tristeza. Hasta un día que entendí que el problema no era mío sino de la sociedad racista en la que vivo. Ese día llegó a través del arte, del posicionamiento de mi cuerpo desnudo en un performance. No te voy a decir que no me afecta cuando tengo un altercado racista, cuando he pasado 40 minutos esperando a que me atiendan en un restaurante, cuando me han sacado de una fila de un aeropuerto en Europa, cuando me someten a revisiones y pruebas antidrogas absurdas en las aduanas, o cuando la primera pregunta que te hacen en Grindr (un blanco), es ¿How big is your dick? (como si uno fuera solamente un pene grande). Me afecta, pero ya no me culpo, la ignorancia ajena hace que este tipo de situaciones ocurran. Te repito, como yo no soy un “negro de conversación”, como lo soy los 365 días del año, y como tengo capacidad creativa, pues esto se filtra a través del arte. Dirás, para este el arte es un salvavidas, pero es la verdad, no hay cosa que me afecte en la vida que no se refleje en mi obra, del mismo modo que no me interesa cambiar nada desde el arte que no pueda ser cambiado en la vida real.

Sabemos la mierda que tenemos por mundo, ¿por qué el dolor, la ira, el sacrificio se deben convertir en una resistencia importante en estos tiempos?

Es que no tenemos otra cosa, nos han robado el mundo, el derecho a la tierra, a decidir sobre nuestros propios cuerpos, a protestar, a profesar nuestra fe, a ser independientes del Estado. Teniéndolo todo a nuestro alcance no tenemos nada. Lo único que ilusoriamente nos pertenece, es aquello que podamos comprar. De lo único que somos comandante y timonel es de nuestro dolor, los odios, la rabia, estamos hundidos en un mar de inconformidad. Si he decidido trabajar con mi dolor, es porque es la vía que tengo para sacar fuera de mi sistema toda mi impotencia e inconformidad que me genera vivir. Creo firmemente que un artista está destinado a hacer de su infierno una gloria, ahí radica el verdadero acto de resistencia.

Venga, ¿qué significa ser un artista negro, de una familia de emigrantes haitianos jamaiquinos y no tener ningún privilegio en un mundo totalmente blanco, heterosexual y misógino?

Tener que esforzarme y prepararme el doble, porque no te miran, entonces de algún modo hay que llamar la atención y qué mejor modo que trabajando. Yo amo el arte, es lo único que le da sentido a mi vida, pero paso del mundo del arte. Porque es una burbuja donde se reproducen los mismos males de la sociedad, en el cual se explotan a los artistas según convenga, y donde la exclusión de artistas y curados negros hace ola. Y no precisamente por falta de estos.

En el terreno del arte para mí no ha sido fácil, ya no sé si es por ser negro o por los temas que trato, pero qué le voy hacer, tampoco ha sido fácil en la vida. Pero como tengo una fe ciega en mis ideas, y lo único que me interesa es hacerlas, y como más tarde o más temprano las hago. Lo poco o lo mucho que tenga, lo he construido desde mi resistencia o perseverancia. A todo aquel que me ha negado una oportunidad, que me ha criticado diciendo “que vendo mi negritud”, que me ha sacado de más de un proyecto a su conveniencia. Lo único que ha hecho es darme más fuerza para trabajar. Cuando uno tiene por máxima, “Haz de tu infierno una gloria”, nada te detiene. Uno cae, muchas veces, pero te levantas y sigues, porque sabes que estás diciendo la verdad y que es importante continuar trabajando.

Carlos, hablemos del cuerpo como un medio para descolonizar, denunciar y transgredir este mundo necro político y lleno de tanto dolor. ¿Por qué esto se convierte tan necesario desde la performatividad del arte y la cotidianidad?

No es el cuerpo en sí, sino lo que uno hace con este. Para mí el arte siempre ha sido la única vía que he tenido para comunicar mis inquietudes, pensamientos, o angustias, sobre determinados temas. Lo realmente radical en mi trabajo son los temas que trato no las acciones que realizo. Por ejemplo, ¿Por qué un negro no puede hablar de los indígenas? ¿Porque no es indígena?, si los problemas de los indígenas solo los pueden abordar los indígenas pues la situación va a seguir igual. Esas contradicciones me las he encontrado, discutiendo con personas del “mundo del arte”. Hay que descolonizar la mente, hay que salirse de la piel propia, de la individualidad, y responsabilizarse de las luchas ajenas pero que nos tocan como propias. Se sufre desde el cuerpo, pues uno tiene que emanciparse desde el cuerpo, en el arte se profesa más que en las órdenes religiosas y se transmite muchísimo conocimiento. Si con mi trabajo puedo visibilizar una problemática ¿Porque no hacerlo? Hay que empujar los límites.

Carlos Martiel, Romper la noche, 2014, Houston International Performance Art Biennale, Art League Houston, Houston, EE.UU. ph_ Alex Barber

Tú afirmas textualmente que el cuerpo tiene una carga, una memoria que se proyecta desde lo personal, pero ¿qué es una memoria universal?. Cuéntenos un poco de eso, además agrega, que el cuerpo tiene sus propios paradigmas.

Existen dos memorias. Una memoria ancestral y transpersonal que se nos es dada desde antes de nuestro nacimiento, en el momento en que nos formamos dentro del vientre de nuestra madre. Y existe otra memoria que se acumula durante el proceso de vida del individuo pero que muere con uno, la otra no, la memoria ancestral se sigue transmitiendo a través de nuestra descendencia o si eres un creador consciente, se refleja en lo que haces.

Mi ser está atravesado por la historia un tanto trágica de los sucesos accidentales que me trajeron a este mundo, en este cuerpo y en este momento histórico específico. El trabajo que he realizado con mi cuerpo durante la última década devela esto, pero también devela todo lo que me genera vivir en este mundo (esa es mi memoria individual proyectándose). Realmente no es placentero poner mi cuerpo en determinadas situaciones extremas, pero es algo que tengo que hacer, porque si no me asfixio en tanta situación deprimente que vivimos y las cuales no podemos cambiar por más que queramos.

Por último, ¿qué se viene para este 2018?

Este es un año de revoluciones para mí. Porque finalmente he decidido expandir mi trabajo a otros medios, instalación, objetos, videos, es algo que se ha venido dando dentro de mis performances. Los cuales cada vez tienen un carácter más instalativo, así que decidí permitirme experimentar, porque soy joven y tengo muchísimas ideas que están empujando por conocer la luz. Estoy trabajando en proyectos que voy a realizar en la Bienal de Cuenca, la Bienal de Sharjah, Frankfurt, Cali, Nueva York, y Los Ángeles.

_____________

*Carlos Martiel Vive y trabaja en Nueva York y La Habana. Graduado de la Academia Nacional de Bellas Artes “San Alejandro”, en La Habana, 2009. Entre los años 2008-2010, estudió en la Cátedra Arte de Conducta, dirigida por la artista Tania Bruguera. Sus obras han sido incluidas en: 57ª Bienal de Venecia, Venecia, Italia; Casablanca Biennale, Casablanca, Marruecos; Bienal “La Otra”, Bogotá, Colombia; Liverpool Biennial, Liverpool, Reino Unido; Bienal de Pontevedra, Galicia, España; Bienal de La Habana, La Habana, Cuba. Ha realizado performances en Walker Art Center, Minneapolis, Estados Unidos; The Museum of Fine Arts Houston (MFAH), Houston, Estados Unidos; Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (MACZUL), Maracaibo, Venezuela; Padiglione d’Arte Contemporanea, Milán, Italia; Robert Miller Gallery, Nueva York, Estados Unidos; Museo Nitsch, Nápoles, Italia. Ha recibido varios premios tales como Franklin Furnace Fund en Nueva York, Estados Unidos, 2016; “CIFOS Grants & Commissions Program Award” en Miami, Estados Unidos, 2014; “Arte Laguna” en Venecia, Italia, 2013. Su obra ha sido expuesta en The Museum of Latin American Art (MOLAA), Long Beach, Estados Unidos; Zisa Zona Arti Contemporanee (ZAC), Palermo, Italia; Patricia y Phillip Frost Art Museum, Miami, Estados Unidos; Museo Benaki, Atenas, Grecia; Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, Cuba; Museo Tornielli, Ameno, Italia; Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Argentina; entre otros.

Corrección de estilo: Carolina Caballero Franco.

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2 comentarios

  1. Que ganas de victimizarse al pedo.
    Ya sabe él porque no es aceptado su «arte» y no tiene nada que ver con que sea negro. Él sabe que su arte no vale ni dos pesos, pero es más fácil echarle la culpa al mundo «racista, heteropratiarcal y misogino» que hacer arte de verdad, arte bello que lo eleve a uno.

  2. […] En el terreno del arte para mí no ha sido fácil, ya no sé si es por ser negro o por los temas que trato, pero qué le voy hacer, tampoco ha sido fácil en la vida. Pero como tengo una fe ciega en mis ideas, y lo único que me interesa es hacerlas, y como más tarde o más temprano las hago. Lo poco o lo mucho que tenga, lo he construido desde mi resistencia o perseverancia. A todo aquel que me ha negado una oportunidad, que me ha criticado diciendo “que vendo mi negritud”, que me ha sacado de más de un proyecto a su conveniencia. Lo único que ha hecho es darme más fuerza para trabajar. Cuando uno tiene por máxima, “Haz de tu infierno una gloria”, nada te detiene. Uno cae, muchas veces, pero te levantas y sigues, porque sabes que estás diciendo la verdad y que es importante continuar trabajando. Para seguir leyendo… […]

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