Guarrú


Foto: Katherine Salazar.

Por: Katherine Salazar Villamil para Canal Cultura

Un día hace aproximadamente dos años y medio, en el rancho de mi abuela, me topé con la señora Chavela. Ella quería saber si su marido le era infiel y buscó a Ana, mi abuela paterna, quien aprendió a leer el café hace años cuando su abuela le enseñó.

Ese día fue diferente, ese día después de tanto tiempo estando en ese rancho y viendo varias personas pasar una detrás de otra queriendo un poco de alivio a sus inquietudes, me detuve a observar a Chavela y las reacciones que tenía debido a las cosas que mi abuela le decía. Fue algo mágico y emotivo. Antes de ese instante no apreciaba el trasfondo de la lectura del café, esto hizo nacer mi curiosidad y las ganas de saber más sobre esta práctica que había estado en mi vida desde mucho antes de nacer.

La cafeomancia es un arte adivinatorio que pretende predecir el futuro cercano a partir del residuo que deja el café en el fondo de la taza. En la costa caribe colombiana esta práctica llega a manos de los gitanos, libaneses árabes y europeos que se establecieron en la época colonial.

Actualmente, aunque es bien sabido que su aprendizaje es de herencia familiar, de una generación a otra, no se sabe específicamente en qué momento de la historia se convierte en una práctica popular entre los esclavos, indígenas y mestizos de la zona, dejándola como un ritual ancestral que está siendo olvidado por las nuevas generaciones.

Este texto busca rescatar esta práctica, llevándola a nuevos ojos que la aprecien como lo que es: parte de la cultura e historia de nuestros pueblos y de muchos otros lugares del mundo que nos dejaron estos pequeños vestigios en lo social y que nos conectan con nuestro pasado y antiguos saberes, mostrando que no somos tan diferentes de los territorios más alejados.

Esta es una técnica que al día de hoy se puede apreciar desde lo popular, el barrio, la casa, pero sobre todo en nuestros ancianos que aún guardan estas creencias

Desde hace mucho tiempo las habilidades de predicción han sido catalogadas como antiéticas y llenas de tabúes hacia las personas que tienen una cercanía con ellas, encasillándolas como brujería y paganismo, debido a que empezaron a ser realizadas mayoritariamente por los pueblos socialmente marginados en la sociedad actual: comunidades negras, indígenas, las periferias urbanas, la parte rural, el campesinado y el ciudadano de a pie de menor estrato social.

En medio de la pandemia estando en ese rancho, después de varios días de lectura, decidí que mi trabajo de grado se dirigiría a este tema, para dar visibilidad a estas las comunidades y sus saberes desde el arte. Entonces nace la obra Guarrú, la cual agarra una praxis cultural que involucra el misticismo y la simbología, algo que irónicamente fue traído en barcos europeos, y se ha encasillado en el tiempo como algo de menor valía, solo porque quienes la mantienen actualmente son los contextos marginados y estratificados del tercer mundo.

«Guarrú» es una obra que parte de una investigación como tesis de grado, la cual usa como objeto de estudio las manchas del café, con el fin de relacionar estéticamente las imágenes a partir de un registro fotográfico en el que se enlaza lo afectivo con el contexto de las personas, usando la simbología para reconocer los patrones de las manchas.

Para sostener esta idea recurro al estudio de pareidolia, un fenómeno psicológico de la percepción visual, en que las personas podemos encontrar figuras cotidianas en dichas formas, gracias a las estimulaciones derivadas de los recuerdos, el entorno que nos rodea, experiencias cercanas etc. Este concepto, además de explicar la subjetividad de la percepción visual, también se relaciona con la parte emocional y el misticismo que produce observarlas.

Ya explicado esto, se hace una exploración creativa que relaciona las bases científicas de la pareidolia para darle otro concepto a la predicción, con esto se expande un pensamiento más crítico que ayuda a romper los prejuicios y tabúes impuestos a las personas que practican o creen en esto, causando un rechazo social al no tener un conocimiento básico.

Es por esta razón que la obra Guarrú hace una charla íntima con el espectador, enseñando otra forma de percibir y es aquí cuando nace el entendimiento de que aunque no se esté de acuerdo con algo, se puede respetar.

La ley 133 de 1994 protege las creencias y libertad de culto en Colombia, pero esto queda en el papel cuando no se tiene información para el ciudadano.

Para la formación de la libertad es de suma importancia mostrar estos temas como  prácticas ancestrales del pueblo y con ellos visibilizar nuestras raíces y costumbres, puesto  que aquellos que conocen su pasado no tendrán una venda en el futuro y así lograrán dejar de ser algún día » Los hijos de nadie, los dueños de nada, que no son, aunque sean, que no hablan idiomas sino dialectos, que no profesan religiones si no supersticiones, que no hacen arte si no artesanías, que no practican cultura sino folclor» Eduardo Galeano (1940).

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