La memoria bajo el sol. Entrevista a Jharold M. Bolaño García


Obra del artista cartagenero Jharold M. Bolaño García

Por Mauricio Aragón para Canal Cultura

En 2021 Harold Bolaño García ganó en el Programa Nacional de Estímulos del Ministerio de Cultura con una obra titulada Anónimos. Una serie de pinturas trabajadas con técnica mixta usando tierras extraídas de algunos cuerpos de agua de la Ciénaga de la Virgen. Prima en esta serie el color amarillo y, como dice Yina Pérez, una persistencia de cuerpos sin rostro y de niños iluminados.

Los proyectos de este artista se concentran en barrios de Cartagena desde La Puntilla hasta El Pozón como Playas Blancas, La Magdalena, Nuevo Paraíso, Las Américas, (Colombia). Este autor dice que le interesan los procesos sociales mediante los cuales las comunidades de esos lugares mantienen su memoria.  

Esta entrevista se realizó en la Biblioteca de Fredonia a finales de 2022.   

Mauricio Aragón: Durante más de dos décadas has venido trabajando en una obra comprometida políticamente con unas comunidades marginadas en Cartagena. ¿Cuáles son tus orígenes y de qué se tratan tus búsquedas como pintor?

Harold Bolaño: Lo primero que se ha de saber es que yo soy de Fredonia, y tú creces aquí con ciertas adversidades, pero también con ciertas cosas bacanas. Por ejemplo, creces viendo el trabajo de los líderes comunitarios, creces viendo como esas adversidades las resuelve el trabajo arduo. 

Lo que ocurre en este barrio, como en cualquier otro de la Localidad 2, es que hay muchos contrastes y problemas sociales. Vivir en este lugar me formó como individuo y como ser social. Paralelamente, estudié artes plásticas en la Escuela de Bellas Artes.

El año pasado hice un ejercicio de observación fotográfica acompañado de Carlos Castro Macea. Se trató ver los espacios en Fredonia que se han venido transformando con el tiempo, que han venido cambiando su uso. Sea porque los primeros dueños ya no están, porque los herederos modificaron la estructura de la casa o porque, simplemente, fue abandonada. Esa estructura llamada casa para mí es un sujeto. Ese sujeto ha sido intervenido, o no, y tiene una memoria y una historia que yo asocio conmigo. 

Por otro lado, estar en esta biblioteca es muy simbólico para mí porque siendo adolescente estuve en grupos juveniles aquí. En general en los barrios populares necesariamente hay una constante interacción con el otro. Entonces, este espacio es importante para mí porque siendo adolescente yo contribuí en su conformación y le doy una connotación mágica.  

M.A: A propósito de tu obra K-Z Jorge García Usta escribió que allí se procuraba mirar la caseta como un “gesto afirmativo de sobrevivencia colectiva”. ¿Qué opinión tienes sobre esas posturas al interior de la sociedad cartagenera que siguen viendo en esos espacios de goce popular fealdad y grosería?

Por fortuna cada vez son menos numerosas esas posturas. Desde mi experiencia creo que uno rechaza lo que desconoce. La champeta no solo es música, también es baile, es espacio y es vida. ¿Dónde creo que está el inconveniente? En algunas acciones antisociales. La violencia, el consumo excesivo de alcohol y de sustancias alucinógenas. Pero, quiero aclarar que esos problemas no son exclusivos de la música champeta, ni de la caseta. Lo que ocurre es que se ha generado un estigma.

Quiero traer a colación el trabajo que está haciendo Rafael Escallón con la champeta para reivindicar los procesos sociales vinculados a esta cultura. Hay muchas personas trabajando para dar a conocer lo bacano que es ser champetúo. Yo he querido vincularme a esa campaña, a esa visión, mostrando desde la plástica ese mundo. K-Z fue mi tesis de grado para graduarme como maestro en artes plásticas. El proyecto que voy a iniciar el otro año es un homenaje a Jorge García Usta porque él me ayudó en el acompañamiento conceptual durante el proceso de creación de la obra. 

M.A: ¿Cuáles son las relaciones que encuentras entre tu trabajo como docente y tu trabajo pictórico?

Para mí es muy importante, casi que espiritual, el origen de mi quehacer. Yo no sería docente, ni sería facilitador de procesos de creación sino jugara con la frustración. Para mí la frustración es una musa y cuando la trabajas, cuando te encuentras con ella, creas una experiencia y sobre eso puedes acompañar al otro, comprender sus conflictos, las adversidades que tiene el otro.

M.A: Para los artistas, algunas de sus influencias se quedan con ellos toda la vida, otras son más bien circunstanciales. ¿Cuáles son esos creadores qué más te han marcado?

Uno de ellos es Rafael Dussan, si bien mi obra se aleja de la suya, la obra de ese pintor me inspira. La manera sutil como maneja la línea, las veladuras que hace. Es un artista que yo estudié y sigo estudiando, con quien tengo una muy bacana relación. Otro artista vivo, con quien que tengo similitudes, por el uso que hace de la materia, se llama Camilo Calderón. Vive aquí en Cartagena. Una obra suya está expuesta en la Cooperación Española. Con él me relaciona lo matérico. Las abstracciones que surgen con el uso que hace de la materia. 

Hablando de artistas que ya fallecieron, Egon Schiele, europeo. Me interesa mucho la manera en la que trabaja la línea. Otro artista que ya no está se llama Luis Caballero, trabajaba generalmente carboncillos y sanguinas. Me gusta de él la fuerza y la pasión con la que creaba. Sobre estos artistas he hecho procesos de creación que se llaman plagios creativos: investigo, observo la obra e intento copiar algunas cosas de ellos. A partir de eso comienzo a construir mi base de producción. Aquí ocurre algo interesante, si yo intento crear una obra con las cualidades exactas de esos artistas la obra no surge y se presenta una crisis creativa. Conversando con Rafael Dussan me dijo que tenía que aceptar la influencia, pero hacer todo lo contrario. Esta paradoja implica tomar el punto de partida, pero encontrar el propio camino. Por esto yo regreso a Fredonia con las imágenes fotográficas que fueron la génesis del proyecto Anónimos. Allí hice otra cosa que me dijo Rafael, comenzar a buscar qué me mueve a mí. Y lo que me motiva finalmente es el dolor. El dolor asociado al territorio, el dolor asociado a las circunstancias en las que las personas en este territorio viven. Pero más que todo el dolor de no saber qué pasó con estas personas que construyeron los barrios que rodean la Ciénaga de la Virgen, y que solamente tenemos de ellos algunas imágenes, algunos nombres, pero que no sabemos dónde están. 

Puedes opinar aquí:

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s