Quienes miran a Cartagena través del estenopo


Felicidad post revelado. Foto: Rafael Bossio | Canal Cultura

En esto hay un acto magia, es como un truco del mago que en este caso es el fotógrafo.

Por Laura Romero De La Rosa* para Canal Cultura 

El mar no siempre tiene relación con el cliché “lugar paradisíaco”, tal vez para los que tienen privilegios y es sinónimo de ingresos, sin embargo, existen aquellos, que al estar rodeados de agua salada es “aislamiento”. Como sucede con el corregimiento de Tierrabomba,  la más grande de islas pertenecientes a la zona insular de Cartagena, el hogar de aproximadamente 9 mil habitantes y lugar que se ha vuelto diamante en bruto para la explotación turística hotelera.

De Costa a Costa. Foto: Rafael Bossio | Canal Cultura

La firme intención de visitar la isla por unas horas para un taller de fotografía y subir esa lancha tragándome el temor durante los escasos 15 minutos de recorrido en línea recta desde las playas de Bocagrande (Cartagena, Colombia) hasta Tierrabomba, me permitieron ver que resultaría apenas obvio mencionar el fuerte contraste arquitectónico que se ve de costa a costa, cuando es esa primera impresión la señal que te permite pensar a Cartagena en cómo se manifiesta su desigualdad.

“Mira, si tomo la foto desde aquí se ve Cartagena”, dice Orlando, uno de los niños asistente al taller donde aprenden a construir y tomar fotos con cámaras estenopeicas, un tipo de cámara sin lente que capta la luz para crear la imagen por un pequeño orificio llamado estenopo. Es extraño que se refieran a Cartagena como un lugar ajeno a ellos si viven en uno de sus corregimientos, habitar una isla no da la sensación de estar apartado realmente hasta que te sumerges en un lugar como este, con reducido acceso a las necesidades básicas para vivir como lo son el agua potable, luz eléctrica, atención hospitalaria o la erosión del mar que se ha llevado casas.

Exposición. Foto: Rafael Bossio | Canal Cultura

Estas cámaras rudimentarias las elaboran con latas de cerveza recicladas bajo la coordinación de Paola Valera, artista visual, con el apoyo de la Fundación Amigos del Mar, quien dicta este taller todos los martes durante dos horas:

“Desde hace más de 15 años me he dedicado a hacer y dar talleres de fotografía estenopeica. Siento que por más de que haya un proceso físico químico en esto hay un acto magia, es como un truco del mago que en este caso es el fotógrafo.  Para los jóvenes es interesante no sólo porque aprenden a desarrollar habilidades manuales, también aprenden procesos y datos históricos”.

Paola se define como alguien cuyo ser tiene diversos orígenes, su padre es de Cesar, su madre de Manizales, ella nació en Cali y ahora en Cartagena vive una intensa conexión con el mar a través de estos talleres que iniciaron en Isla Grande y Barú, hasta llegar a Tierrabomba. Para ella con esta experiencia sus aprendices se transforman en creadores de sus propias herramientas estimulando su espíritu investigativo.

Paola Valera, artista visual y tallerista. Foto: Rafael Bossio | Canal Cultura

La estenopeica tiene la virtud de estar entre la magia y la realidad, tanto que el cuarto oscuro fue instalado dentro un pequeño baño, que funcionó para el proceso del revelado de las fotos, con toda la rigurosidad para preservar la vida del papel fotográfico. Desde afuera es posible escuchar los gritos de emoción de los chicos y chicas que no se ahogan entre tanto calor mientras dentro del recipiente con el químico revelador van apareciendo en un efecto de fade in las imágenes sobre el papel.

Imagen sobre papel. Foto: Rafael Bossio | Canal Cultura

“Actualmente en muchos lugares los proyectos de educación artística están diseñados con altos presupuestos y herramientas digitales que hacen imposible el acceso a todos, sin embargo, en la zona insular poco se desarrollan procesos de educación artística”, agrega Paola, quien insiste en que para ella es muy importante aportar a la posibilidad de brindar herramientas para la formación de conocimiento en donde todos y todas tengan acceso.

En Tierrabomba, la isla de relieve montañoso que sueña con que no se la trague el mar, es otro ejemplo más de un lugar en donde sus habitantes viven empobrecidos estando rodeada de agua, pero en el que tener este líquido mínimamente potable implica comprar el tanque de 20 litros a 800 pesos a diario, que si se multiplica en lo que equivalente a más de 4 personas en un hogar no alcanzan para el consumo necesario de una familia, pagan aproximadamente 120 mil pesos mensuales por un agua traída en planchón en condiciones casi insalubres.

Cámara y acción. Foto: Rafael Bossio | Canal Cultura

Al finalizar el taller con los únicos seis chicos y chicas que asistieron ese día, poder notar en ese momento la alegría en sus caras mientras ven las fotografías colgadas escurriendo el agua, dan cuenta de que hacer una cámara fotográfica con una lata de cerveza pintada de negro en su interior para impedir que la luz dañen el papel y la imagen, parece una acción de burla al olvido o un reto a la desesperanza, usar una cámara artesanal para fotografiar un entorno en aislamiento cargado de tantas dificultades y privaciones debe considerarse en sí mismo un acto de rebeldía a un sistema que perpetúa las desigualdades.

*  rosa.caribe01@gmail.com

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