
El sancocho, a nivel nacional es conocido como una acción colectiva, por eso lo sacamos a la calle en compañía de otras mujeres para crear y hablar
Por Laura Romero de la Rosa para Canal Cultura
María Méndez es una artista plástica cartagenera, quien ha dedicado su trabajo artístico a plasmar experiencias gastronómicas que ella considera como parte de la tradición oral caribeña y propia de la idiosincrasia de Cartagena de Indias.
En un diálogo cercano y algo íntimo, María nos contó detalles de su arte y qué elementos de la gastronomía local la inspiran a crear.
¿Por qué usas “María Carlos” como tu seudónimo? Y ¿por qué lo consideras uno de los detonantes para tu trabajo artístico?
Mi seudónimo María Carlos es muy importante, ella era la mamá de mi mamá a quien no conocí, pero es una mujer que siempre se ha mantenido viva en mi casa y en la memoria familiar y por otra parte está una tía (Francisca) que crió a mi mamá, entonces son dos mujeres que siempre están presentes por la cocina, además porque mi mamá es una mujer con una excelente sazón, cocina delicioso. Es por eso que yo percibo la cocina como un espacio de encuentro, familiar, de las mujeres, de fiesta, de construir identidades.
Francisca, trabajó por mucho tiempo en la cocina de Teresita Román de Zurek, autora del libro ‘Cartagena en la Olla’ un libro que es muy conocido y que ha sido reeditado, es casi una biblia de la cocina. Cuando llego a la universidad, empiezo a explorar a través del dibujo las recetas y empiezo a tener una consciencia de clases y razas por medio de ese espacio que es la cocina (…) e imaginaba cómo una mujer que hace parte de la élite de la ciudad escribe un libro de cocina, cuando históricamente han sido las mujeres negras quienes han ocupado este espacio. Por eso creo que ese libro invisibiliza, no solo a mi tía Francisca sino a muchas otras mujeres que son dueñas de estas recetas y que cuando pasan al formato escrito pierde toda esa magia porque el Caribe cuando habla, no solo lo hace con la voz, sino también con el cuerpo y contar cómo hacer un arroz blanco o un arroz de coco, también se cuenta con el cuerpo, porque no se habla de medidas o de gramos, es otro idioma.
Así que entro a la cocina a través del collage, de la fotografía y del dibujo, con la intención de conservar una memoria que es totalmente oral, pero a través del arte queda un registro, mi trabajo lleva un registro incluso de recuerdos con las mujeres con las que exploro recetas y es la única manera que tengo de dejar ese mensaje a otras generaciones, a mi hija.
Estuviste en México ¿cómo fue la experiencia? ¿Existe conexión con la gastronomía del Caribe cartagenero?
Cuando fui a México a exponer, lo hago con la intención de conocer desde otro país y principalmente desde la similitud de los puertos, qué llegó, por esta misma trata de personas, por los barcos que llevaron población africana a México, que también llegaron a Cartagena y empiezo a explorar qué tenemos en común, la comida mexicana es totalmente distinta, sin embargo aunque no hay ingredientes comunes visibles, me pareció interesante saber por qué no se quedaron, qué faltó o qué está oculto aún. Y en México también vi cómo la cocina sigue siendo ese espacio de encuentro, de fiesta y de preservación de la memoria regional.
María, anteriormente mencionabas a la cocina como constructora de memoria histórica y como un elemento que preserva las tradiciones y que a la vez construyen un tejido social, a partir de allí háblanos del rallador de coco y cuál es ese atractivo que le encontraste a este elemento predominante en tu obra. ¿Por qué decidiste utilizarlo? Y ¿Qué experiencias a partir de la memoria puedes contarnos del rallador de coco?
El rallador llega de forma mágica, en el 2016 suceden fiestas en mi casa, momentos de encuentro, entonces mi mamá por casi un mes, cada sábado duró haciendo arroz de coco. De un momento a otro, veo que está mi hija ahí rodeando a mi mamá mientras ralla el coco, y empiezo a percibirlo como ese elemento sonoro que convoca, como lo hace un tambor, que nos encuentra en la cocina y es esa consciencia sonora que te dice si el coco va a rendir, si lo estás haciendo bien; además porque el rallador de mi casa fue el primer regalo de bodas que le hizo mi abuelo a mi mamá, y voy buscando esas mismas características familiares, espirituales, a través de este elemento porque me parece que dentro de la cocina ha permanecido en el tiempo, porque ha permanecido en el tiempo, es tradicional y porque es una fiesta hacer un arroz de coco, en mi casa es una fiesta siempre que se hace, también hacer un dulce de coco, es ver los diferentes usos del rallador.
La obra de María Méndez, exalta el valor de la mujer en la cocina, alejándola de esa imposición del patriarcado frente a los oficios asignados a las mujeres, le otorga la importancia y el poder que tiene cocinar, como una forma de creación y de transmisión de saberes.
¿Cómo se manifiesta gráficamente el rallador en tu obra?
De pronto me doy cuenta que el rallador es un elemento con el que puedo hacer sellos, con el que puedo grabar, deja un textura especial y también deja un rastro en las manos y se convierte entonces en mi proceso creativo, es el detonante. Me une a África, porque allí también se utiliza el rallador, porque vía web me comunico con Costa de Marfil compartiendo imágenes de la gastronomía, o por ejemplo conozco el rallador de San Andrés Islas, donde es mucho más grande e implica una acción colectiva rallar el coco. El rallador también me permite acercarme a mujeres y conocer sus historias porque además es algo que se hereda dejando un rastro familiar.
¿Cuáles son las técnicas artísticas que predominan en tu trabajo artístico?
Mi trabajo es el dibujo, porque considero que está muy cercano a la memoria, a escribir y además la ciudad de Cartagena es muy pictórica, y el dibujo siempre se toma como ese proceso técnico previo para llegar a la pintura, entonces lo tomo y me agarro del dibujo como ese sello personal. La gente que cree que solo los artistas pueden dibujar, pero es muy cercano, en los talleres que hago, trato de transmitir a la gente que esa línea nerviosa o firme que hace cada quien, es ese dibujo personal.
En mi trabajo también involucro el collage, porque pienso que es lo más cercano a cocinar, es unir texturas, elementos y me gustar hacer collages manualmente rasgando el papel, uniendo, cosiendo, porque me parece que es el mismo acto de crear que pasa en la cocina.
¿Cómo es un taller con María Méndez? Me contabas que te gusta utilizar el sancocho para hacer analogía a realizar un collage, uno pensaría que un taller de arte es limitarse a usar lápices, pinceles, pinturas, entre otros elementos, pero tú también en tus talleres cocinas…
El sancocho, a nivel nacional es conocido como una acción colectiva, por eso lo sacamos a la calle en compañía de otras mujeres para crear y hablar; creo que cuando uno trabaja con comunidades, hay que llegar al espacio y entender sus dinámicas. En el taller cocinamos, comemos esa comida, hablamos de sus memorias y como esas traen a recordar a otras mujeres de las que también hablamos, todo esto con la intención de reconocer a esa cocina que a veces es precaria, a veces aburrida o a veces tediosa, pero es la cocina del día a día donde se construyen identidades, donde se habla y se educa hijos, entonces es también un lugar de encuentros.
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