Y que la palabra ahora se convierta en su nueva arma por la construcción de una Colombia nueva.
Por @FranielGenao | República Dominicana | Opinión Canal Cultura |
La participación registrada en el plebiscito que sometió este pasado 2 de octubre el gobierno colombiano para darle mayor legitimidad a los acuerdos que comienzan el camino hacia la paz arribados en La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ronda por encima de los 12 millones de colombianos/as de un universo electoral de 34.899.945 millones, evidenciando un alto nivel de abstencionismo, en un proceso que constitucionalmente no implicaba ninguna obligación para con los acuerdos, pero que de ganar el Sí se reflejaba como una victoria política para el presidente Santos, que con la victoria del NO con un margen cerrado de 53.894 votos, lo convierte en el primer “perdedor” de la narrativa de los sectores conservadores de la que se hacen eco los grandes medios de comunicación.
Unos 6.431.376 colombianos y colombianas tras su voto favorable al No colocan por el momento en enfriamiento los diálogos que desde hace años el Estado colombiano retomaba con la insurgencia sobre el cese del conflicto bélico interno que suma hoy 52 años de guerra y una enorme ola de muerte y dolor. Conversaciones que habían logrado el periodo de cese al fuego bilateral de manera oficial entre ambos bandos. Y han permitido un escenario a las FARC para demostrar su intención de ser parte de una solución alternativa que ponga fin a una contienda que ni el Estado colombiano, ni las FARC pueden ganar en términos militares.
El relato que sirvió de palanca a los promotores del No, en esencia fue el miedo; el miedo de que tras el desarme de las FARC y su integración a la vida política, y la suma de otros grupos insurgentes en este mismo camino, pueda servir para quebrar el orden existente en Colombia que ha beneficiado históricamente a las clases privilegiadas desde hace mucho tiempo.
Ni la masacre de las bananeras, ni la muerte de Gaitán, ni el aniquilamiento sistemático de la Unión Patriótica (UP) ni los miles de dirigentes sociales, comunitarios y campesinos asesinados a lo largo de las últimas décadas fueron suficientes para vencer la propaganda que desde el Centro Democrático se impulsa para encuadrar a la insurgencia colombiana como simples delincuentes y narcotraficantes. Tal vez hizo falta más creatividad, pedagogía e imaginación para explicar estos acuerdos a los sectores urbanos donde se consolidó el NO, zonas donde con menor intensidad se ha sentido el conflicto.
El discurso era bien claro; denunciar los acuerdos como un cordón de impunidad ante la violencia que supuestamente ha iniciado la izquierda bajo el alegato de que el voto al NO significaba; no la negación de la paz, sino la renegociación de los acuerdos. Cuando en un principio los sectores conservadores que se aglutinaron alrededor de Pastrana, Uribe y Ordóñez no quisieron participar en los diálogos. Y no han tenido esa misma energía para condenar a los paramilitares, que operan en Colombia bajo el ojo cómplice de un sector del Estado y los mandos militares de las Fuerzas Armadas colombianas.
Al final serán muchas las lecturas que podamos darle a lo que sucedió el domingo, muchos lugares donde pensar para aprender y mejorar en una próxima ocasión, pero el camino correcto lo marcan las FARC, que siendo el actor más perjudicado después de Santos con los resultados del plebiscito, sus palabras son de mantener la intención hacia la paz. Y que la palabra ahora se convierta en su nueva arma por la construcción de una Colombia nueva.
Para los sectores de izquierdas y democráticos de América Latina y el Caribe la lección es clara, se reafirma aún más con esta victoria de forma simbólica la ola conservadora que recorrerá los caminos que van de la Patagonia al Río Bravo tras el desgaste de los gobiernos posneoliberales de la región.
El meta relato se impuso. Este domingo volvió a perder mucho la región.
3 octubre 2016
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Lamentablemente el meta-relato también se impuso aquí en Argentina pero a poco de andar ya se muestra en el pueblo como cruda realidad adversa, como siempre lo fue…la restitución del conservadurismo en su formato más retrógrado.