
El miedo de que los homosexuales desplieguen toda una tiranía desde el poder público es un disparate homofóbico producto de la paranoia de ciertas personas.
Por Orlando Oliveros | Opinión para Canal Cultura
Hace unos pocos días, en una entrevista hecha por un medio nacional, el concejal de Bogotá Marco Fidel Ramírez afirmó que Colombia se acercaba a “una peligrosa dictadura homosexual” y se justificaba aduciendo que desde el Estado se quiere imponer una ideología de género para la conveniencia de la comunidad LGTBI.
Para Ramírez, el hecho de que la Corte Constitucional aprobara el matrimonio igualitario, le diera vía libre a la adopción por parte de parejas del mismo sexo y fallara una tutela a favor de una estudiante transexual para que pudiera asistir al Sena con un uniforme masculino, son anuncios suficientes para creer que a este país se lo están tomando los homosexuales. Pero, ¿qué tan cierto es eso de que estemos a punto de sucumbir a una dictadura gay?
Es verdad que desde hace algunos años la calidad de vida de las lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales ha mejorado con respecto a décadas anteriores, y que se han creado fundaciones y colectivos que le exigen al gobierno un marco legal que no discrimine a las personas por su orientación sexual. A través de estas instituciones se han logrado varias de las conquistas por las que se queja el concejal bogotano. Sin embargo, estos pequeños triunfos sociales no suponen una hegemonía. Para ser franco, el poder político que la población LGTBI puede ejercer sobre la legislación colombiana está muy lejos de ser considerado una dictadura. Es más, ni siquiera se le puede igualar al poder de otros grupos sociales. Como ocurre con casi todas las minorías en Colombia, las necesidades de los homosexuales permanecen en la periferia normativa del país y sería bastante absurdo creer que porque les han reconocido unos cuantos derechos ya están en la punta de la pirámide política.
¿Cómo puede ejercer una dictadura una comunidad que, de acuerdo con el último informe de Derechos Humanos realizado por Colombia Diversa, ha sido víctima de 168 casos de homicidios (entre 2013 y 2014), 398 casos de violencia policial (entre 2006 y 2014) y 84 amenazas de muerte (entre 2010 y 2014)?
Definir como “dictadura” al proceso de reivindicación de las libertades sexuales no es tanto una locura como una contradicción semántica. Leamos la primera definición de “dictadura” que ofrece el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales”. Aunque esta sea una acepción un poco escueta, sirve para que nos demos cuenta de que la lucha de los homosexuales por obtener los mismos derechos que las demás personas no tiene nada que ver con un régimen ni con organizaciones violentas, sobre todo porque no son los “gais” los que andan promoviendo referendos y armando listas de firmas para reprimir derechos humanos y libertades individuales.
El vínculo entre la población LGTBI y el concepto “dictadura” es tan equívoco como relacionar la “desobediencia civil” de Thoreau y Gandhi (que buscaba la paz) con la “resistencia civil” del Centro Democrático (que tiende a promover la guerra).
El miedo de que los homosexuales desplieguen toda una tiranía desde el poder público es un disparate homofóbico producto de la paranoia de ciertas personas. Pero por cómo van las cosas, más bien creo que lo que hay que derrocar en Colombia es la dictadura del prejuicio.
Recomendados:
100 Mejores cuentos de la literatura universal
El astro que quema: de còmo la literatura puede cambiar el mundo
¿Lo que el cuerpo nos enseña o lo que nosotrxs le enseñamos al cuerpo? Entrevista a Daniel B. Chávez
Facebook: canal cultura – Twitter: @CANALCULTUR – Web: canalcultura.org