Los muertos somos nosotros. Atentado Homofóbico, narrativa islamofóbica en Orlando.


Atentado Orlando Estados Unidos

Frente a estos síntomas de crisis civilizatoria, no complejizar puede ser sumamente irresponsable, deshumanizador e incluso anti democrático.

Por Fabián Villegas – Opinión para Canal Cultura

La primera noticia que recibí del lamentable y doloroso atentado de Orlando fue el alarmante número de muertos, y que el responsable había sido un hombre de origen afgano. Conforme fueron pasando las horas, la información sobre el atentado fue creciendo, y en consecuencia las narrativas en torno a esto fueron teniendo cruces, enfrentamientos, y se pusieron algunos de estos cruces y sobre posiciones sobre la discusión pública.

Omar Mateen, autor del atentado, era musulmán y tenía nexos con ISIS. El bar Pulse de Orlando era frecuentado por la comunidad LGBTIQ, las víctimas del atentado eran mayoritariamente latinxs Queer, Mateen habría visitado por lo menos 12 veces antes el establecimiento. Los rifles de asalto AR-15 y AR 223 con los que perpetró los crímenes fueron comprados de manera legal. Omar Mateen era mentalmente inestable, había golpeado y agredido a su ex esposa por años, decía odiar a la comunidad gay, a judíos y negros.

Había a quien le urgía insensible e irresponsablemente capitalizar la narrativa de que se trataba de un atentado terrorista a secas, había quien estaba tratando de entender integralmente la complejidad de un crimen de odio. La política es un eje transversal de todo acontecimiento, la disputa y la guerra de narrativas son transversales a la agenda política que se quiere legitimar y capitalizar en un acontecimiento.

De cara a estos escenarios antes que cualquier disputa narrativa es fundamental empezar mostrando solidaridad y apoyo incondicional con las víctimas y los familiares. Este como muchos atentados, o incluso cotidianidades es una expresión frontal de la crisis civilizatoria que desde hace bastante tiempo padecemos y de la cual somos parcialmente responsables.

Viniendo de un país como México, que ocupa el segundo lugar mundial solo por debajo de Brasil en crímenes por homofobia, donde se banaliza sistemática y permanentemente la violencia, el odio, y la violación ampliada de derechos humanos, se termina por naturalizar entre narrativas muy violentas y perversas los crímenes por homofobia. En lo que va de 20 años se han registrado 1218 homicidios por homofobia en México, aunque se especula que de cada caso denunciado y reportado hay de 3 a 4 que no se denuncian, y si se denuncian se hace bajo otra lectura y narrativa del homicidio. Las muchas vejaciones, tropelías, agresiones, humillaciones, prácticas de homofobia y transfobia a las que están expuestos millones de ciudadanos alrededor del mundo son incontables.

La lucha contra la homofobia, la transfobia y el posicionamiento en discusión pública de la agenda LGBTIQ, ya no se trata exclusivamente del ejercicio libre y pleno de ciudadanía, igualdad jurídica, de visibilidad y representación política y social, de reconocimiento de derechos civiles y derechos humanos, sino además en esta crisis civilizatoria se trata de la defensa de la vida. La agenda LGBTIQ no puede ser reducida a una simple pauta dentro de las agendas liberales y progresistas, es una discusión fundamental, vital dentro las sociedades democráticas del siglo XXI.

Las 49 personas que murieron, y las 53 que resultaron heridas pudieron haber sido cualquiera de nosotros y nosotras, desde ahí es donde tenemos que hablar e interpelar la complejidad de un crimen de odio.

Es un compromiso moral y político rastrear las responsabilidades de un crimen tan lastimoso y cobarde. Ni el Islam, ni el Corán, ni los 2.75 millones de musulmanes que viven en los E.U. son responsables de este crimen de odio, antes hay que responsabilizar a los criterios hiper violentos y tóxicos de masculinidad hegemónica que reproducen prácticas de homofobia, transfobia, lesbofobia y machismo generalizado. No es posible pensar el ejercicio de la masculinidad hegemónica al margen del ejercicio de la violencia y la banalización de la agresividad.

Hay que responsabilizar a las estructuras históricas de patriarcado, a la millonaria y escandalosamente rentable industria armamentaria. A la falta de regulación de uso de armas, que ha permitido que al menos los últimos 16 atentados en los Estados Unidos hayan sido perpetrados con armas compradas legalmente, vendidas a ciudadanos convencionales por menos de 500 dólares, capaces de disparar 30 balas letales por minuto. La naturalización de la violencia y los brotes de un ominoso fascismo social a todos los niveles, a todas las escalas.

Cualquier profiler que trabaje para alguna agencia de inteligencia y seguridad ya sea esta C.I.A o F.B.I, dudaría perfectamente de que el atentado de Orlando cumpla con las condiciones operativas de un atentado terrorista protagonizado por un yihadista o un ala radical del Islam.

Omar Mateen en todo caso cumple por mucho más, con el perfil del terrorista promedio de los Estados Unidos, aquel terrorista blanco de suburbio, con una camiseta del NYPD, con inestabilidad emocional, problemas serios de salud mental, trastornos de personalidad, y además, el 95% de los ataques terroristas en la historia es con armas compradas legalmente en los Estados Unidos.

 Es por tanto cobarde, insensible, oportunista y miserable que ciertos sectores políticos, de la opinión pública y la sociedad civil quieran atribuirle responsabilidad al Islam y a la comunidad musulmana el monstruoso atentado de este hombre.

Frente a estos síntomas de crisis civilizatoria, no complejizar puede ser sumamente irresponsable, deshumanizador e incluso anti democrático. El compromiso social de denunciar un acto tan lastimoso, deshumanizado y cobarde como el atentado en Orlando, nos exige también desmontar la narrativa dominante que en medio de la crisis y en medio de la tragedia sectores conservadores, republicanos y pseudo liberales utilizan para legitimar y capitalizar su agenda política, su agenda anti migratoria, islamofóbica, racista y xenófoba en tiempos de coyuntura electoral. Específicamente cuando esos sectores no solo no han mostrado el mínimo interés por los derechos y la agenda de la comunidad LGBTTIQ, sino que son fieles opositores.

Fotos Atentado orlando

Frente a este doloroso acontecimiento hay mucho qué pensar, mucho qué articular, desde los 300 homicidios por homofobia en el 2016 en Brasil, los 50 de Cali, Colombia, el asesinato de René Martínez Izaguirre, líder de la comunidad LGBTI de Honduras, hasta el asesinato de la líder transexual de Argentina, Diana Sacayán.

En el transcurso del día escuché y leí dos comentarios con los que me quedo. El primero, de la musulmana queer Jordan Alam, donde dijo que tristemente en un mes emblemático para la comunidad LGBTIQ y mes de Ramadán para la comunidad musulmana, la homofobia y la islamofobia no estén permitiendo existir social ni dignamente como seres humanos en el espacio público, ejerciendo libremente el derecho a la ciudadanía.

El segundo, es de un sobreviviente en Pulse, “lo más triste es en un momento estar riendo, compartiendo, bailando, y de momento darte cuenta que esa gente ya no está, ya no existe porque existe la predisposición de que no existas socialmente más, es tiempo de enojarnos y de querernos mucho”. Solidaridad y apoyo incondicional con las víctimas y sus familias. Luz y mucha fuerza. Que la paz esté con ustedes hermanas y hermanos.

Edward Sotomayor, Jr Stanley Almodóvar, Luis Omar Ocasio-Capo, Juan Ramón Guerrero, Eric Iván Ortiz-Rivera, Peter O. González-Cruz, Luis S. Vielma, Kimberly Morris, Eddie Jamoldroy Justice, Darryl Roman Burt, Deonka Deidra Drayton, Alejandro Barrios Martínez, Anthony Luis Laureano Disla, Jean Carlos Méndez Pérez, Franky Jimmy Dejesus Velázquez, Amanda Alvear, Martin Benítez Torres, Luis Daniel Wilson-Leon, Mercedez Marisol Flores, Xavier Emmanuel Serrano Rosado, Gilberto Ramón Silva Menéndez, Simon Adrián Carrillo Fernández, Oscar A Aracena-Montero, Enrique L Rios, Jr, Miguel Angel Honorato,  Javier Jorge-Reyes, Joel Rayón Paniagua, Jason Benjamín Josaphat, Cory James Connell, Juan P Rivera Velázquez, Luis Daniel Conde, Shane Evan Tomlinson, Juan Chevez-Martinez Jerald Arthur Wright, Leroy Valentin Fernández, Tevin Eugene Crosby, Jonathan Antonio Camuy Vega, Jean C Nives Rodríguez Rodolfo Ayala-Ayala, Brenda Lee Marquez McCool, Yilmary Rodriguez Sulivan, Christopher Andrew Leinonen, Angel L Candelario-Padro, Frank Hernández,  Paul Terrell Henry, Antonio Davon Brown, Christopher Joseph Sanfeliz, Akyra Monet Murray, Geraldo A Ortiz-Jiménez.

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