Lo que Mafalda dice de Colombia


50 años con Mafalda. Daniel Divinsky en conversación  con Daniel Samper Pizano  Daniel Divinsky, editor de Quino, y Daniel Samper  Pizano, gran amante de las historietas de Mafalda,  celebran con esta conversación el 50 aniversario de la niña  más irreverente de la literatura en español. Canal Cultura en Hay Festival
50 años con Mafalda. Daniel Divinsky en conversación con Daniel Samper Pizano Daniel Divinsky, editor de Quino, y Daniel Samper Pizano, gran amante de las historietas de Mafalda, celebran con esta conversación el 50 aniversario de la niña más irreverente de la literatura en español. Canal Cultura en Hay Festival

Mafalda, en todas las situaciones, es una “heroína de nuestro tiempo”. Umberto Eco

Por Orlando Oliveros AcostaCanal Cultura

Tuve contacto con Mafalda en mi niñez como muchos otros cartageneros que crecieron escuchando las historias de sus padres sobre las caricaturas que ellos preferían leer cuando salían a pasear al Parque Centenario. En esa época al compendio de tiras cómicas le llamaban “paquitos” y la alquilada de cada una oscilaba entre los cinco y diez centavos. La gente podía distraerse ojeando a Kalimán, Arandú, Memín, Condorito, y, por supuesto, a la extrovertida Mafalda, que, ente otras cosas, llegaba a Colombia de contrabando porque el impuesto que tenían que pagar las editoriales argentinas para traerla a este país era muy elevado. ¡Hasta en su difusión fue polémica la niña!

 Habría sido un placer estar allí cuando nuestros padres y abuelos se sentaban a pasar el rato con una historieta de Mafalda en la mano mientras la tarde guardaba las últimas piezas de su enorme fábrica de evocaciones. Los hubiéramos visto pensar, reflexionar y reírse con el humor y la inteligencia de Quino, pero también nos hubiésemos dado cuenta de que aquellas problemáticas a las que tanto aludía el universo Mafalda todavía siguen vigentes en nuestro país, muy a pesar de las décadas que han transcurrido y de los intentos por actualizar nuestros contextos sociales. Hoy, cincuenta años después de la primera aparición de Mafalda en los medios, bien podría hacerse un recorrido por las temáticas de este cómic argentino que aún permanecen intactas en Colombia y no tardaríamos demasiado en encontrarlas.

 1. La desinformación y manipulación por parte de los medios masivos de comunicación:

Periódico

 “Los diarios no existen” son las últimas palabras de Libertad, refiriéndose no a la inexistencia de los medios sino a la completa falta de ética y de propósito social de estos mismos. ¿Cuántas veces no nos hemos topado con una noticia que nada dice sobre los escándalos de corrupción en el gobierno pero que sí menciona (hasta aburrirnos) los supuestos aciertos de los jefes de estado? Colombia es el escenario de una tríada perversa donde los funcionarios públicos hacen lo que no dicen, los medios dicen lo que no sucede y las personas callan lo que les hacen. Hemos vivido el desprestigio mediático de las marchas estudiantiles contra la privatización de las universidades públicas, el descrédito del paro agrario (al punto de transmitir una alocución presidencial en donde se afirmaba que no existía) y sobre todo, hemos sido testigos de una interminable serie de montajes fotográficos en los que hay más destreza con el Photoshop que talento periodístico.

TV mafalda

Entonces nos sobornan con una extensa sección de Entretenimiento y nos vacían con una muy corta sección de Cultura. Los noticieros se convierten en grandes cortinas de lo que en verdad ocurre y muchas veces los canales de la televisión nacional presentan series y telenovelas de poca profundidad intelectual que buscan generar una distracción en el televidente, una distracción que les conviene a los que están en el poder político porque así se libran de las protestas que se merecen. Programas como “Bazurto”, “El Mexicano, “Los tres Caínes” o “El Precio es correcto” son ejemplos perfectos de productos audiovisuales diseñados para dormir la mente y reproducir el punto de vista de las clases elitistas, sin importar de que en algunos casos se valgan de la historia nacional, ya que eso sólo lo hacen para crear impacto en el rating.

2. La ineptitud del gobierno frente al ejercicio de sus deberes y su dependencia política hacia otros entes internacionales:

GOBIERNO mafalda

Tal vez Quino no planteó simplemente la realidad de la Argentina de su tiempo sino que a su vez expuso una verdad universal: la tendencia de los gobiernos a no funcionar correctamente. Ese fallo en el sistema, esa quietud legislativa, ejecutiva y judicial que observamos en nuestro día a día se ha conservado incólume hasta nuestra actualidad. Habría que ver el sinnúmero de ocasiones en las que el Congreso no formuló las leyes que debía (como la aprobación del matrimonio entre parejas del mismo sexo, el aborto en sus tres casos, la sustitución gratuita de la licencia de conducción, etc.) y las no menores ocasiones en las que el presidente se quedó sentado viendo cómo se agrandaban los problemas del país. Habría que preguntarnos si el Procurador General de la Nación lleva a cabo sus funciones como es debido o si por el contrario ejerce su cargo desde una silla arzobispal donde obliga a dictar órdenes en contra de la democracia.

Cuando se indica que el gobierno no ha hecho absolutamente nada se está expresando, en una forma bastante irónica, que el gobierno ha causado muchísimos perjuicios a la ciudadanía que lo eligió.

GOBIERNO 2 mafalda

Sumado a esto debemos soportar la subordinación a otras instituciones internacionales. Si algo puede caracterizar a la soberanía colombiana es que únicamente es independiente cuando no están de por medio los intereses del Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional, La Unión Europea y los Estados Unidos. Del resto somos como apéndices territoriales de la voluntad externa, como hijos pequeños incapaces de gobernar en su propia tierra. Por eso la pretensión de instalar bases norteamericanas en el país y la ausencia de autonomía en las sesiones de la ONU. Factores como la deuda externa y el Plan Colombia desdibujaron la independencia política de la nación.

3. El exilio al extranjero por falta de garantías laborales:

EXTRANJEROS mafalda

En Colombia el presupuesto destinado a la guerra triplica al que se destina para la educación, la cultura y la investigación. Los grandes artistas se han ido de sus ciudades para buscar incentivos en otros lugares y nuestros científicos trabajan en otras universidades y organizaciones del exterior porque el dinero con el que se financiarían sus proyectos se consigna en las cuentas de los senadores y en los bolsillos de los contratistas.

El exilio ha cambiado de modalidad. En nuestros días no es cuestión de dictaduras ni de golpes de estados: ahora cargamos la pesada losa de la exclusión y la indiferencia. Estamos en Colombia y a la vez no estamos en ella. Nos ha tocado el exilio de la necesidad, del terrible viaje en busca del sueño americano. Estudiamos para irnos, nacemos para largarnos. Y de la Argentina de 1970 hasta la Colombia del siglo XXI se arrastra el denso fantasma del rebusque y del destierro.              

Epílogo

Borges solía escribir que al destino le encantaban las repeticiones, las variantes y las simetrías, de modo que una escena de hacía siglos pudiera volver a repetirse una y otra vez en el futuro sólo porque el tiempo es un fuego circular que consume a sus protagonistas pero que jamás desarma la trama general de la Historia. Pareciera que aquella idea no estuviera lejos de nuestro mundo. Es esa la razón de que hayan pasado cincuenta años de Mafalda y todavía esa niña intrépida que nunca crece tenga siempre algo válido para decir, y todo porque lo que criticó en sus 1.928 tiras publicadas aún sigue vigente en las realidades latinoamericanas.

Podríamos leer al azar una tira de Mafalda y advertir que los problemas no han cambiado, que los conflictos políticos, económicos y culturales siguen siendo los mismos en los países de América del Sur, especialmente en Colombia, donde la ineptitud para encontrar soluciones inteligentes a los problemas se ha convertido en la insignia oficial de los funcionarios públicos. Mafalda bien pudo haber sido argentina, paisa o costeña. Da igual en un continente en el cual la mayoría de las naciones comparten casi un mismo contexto social.

Quizás la gran enseñanza de Mafalda luego de todos estos años sea la esperanza que genera en su lector: aquella mediante la cual una niña es la encargada de desmontar el sistema con sus preguntas y sus comentarios. Quino construyó una apología a las generaciones que empiezan a conocer el mundo y en su cosmos de viñetas a blanco y negro nos dejó el único mensaje que debería prosperar en el espíritu de los oprimidos: cualquiera puede cambiar la realidad.

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