La piel está formada por dos capas principales, la dermis y la epidermis (la parte más externa), con un espacio intermedio entre ambas. La piel actúa como barrera de protección frente al exterior, aunque no es totalmente impermeable y absorbe agua del aire, y también agua cuando nos bañamos, siendo este efecto más pronunciado en la piel de los dedos al ser más gruesa que el resto de la piel del cuerpo, en el cual no se da el efecto de arrugamiento.
Esta absorción se produce por parte de laqueratina, presente en la epidermis y provoca que ésta se hinche más y más separándose de la dermis y formando surcos especialmente en las yemas, que es donde las dos capas están más separadas que en las palmas y plantas; el interior de los dedos no sufre ningún abultamiento.
Pero también nos encontramos que, según la teoría publicada en la revista Brain, Behavior and Evolution, el neurobiólogo Mark Changizi defiende que, la causa de que nuestros dedos se arruguen tras estar un tiempo prolongado en contacto con el agua, es debido a un sofisticado mecanismo de defensa corporal que fue desarrollado por nuestros antepasados y que nos permite poder agarrarnos mejor a superficies húmedas, ya que las arrugas de las yemas crean canales que drenan el agua mientras presionamos los dedos contra una superficie mojada, permitiendo un contacto mayor y por tanto una mejor adherencia.
Fuentes de consulta: medicinajoven / futuretech / muyinteresante
Siempre me sorprenden los temas tratados en este correo, agfradezco mucho porque cada vez disminuye más mi ignorancia, cada día aprendo algo nuevo, divertido e interesante. Muchas bendiciones señor Carlos Andrés