Por Carlos E. Rivera Ruiz
El 29 de Mayo de 1892 fue inaugurado el Parque de Bolivar de Cartagena, luego de afrontar inconformidad con un amplio sector de los habitantes de la ciudad que vieron amenazadas las famosas fiestas de corralejas novembrinas que se realizaban en ese mismo lugar. El impase pudo ser solucionado con la promesa de construcción de la primera Plaza de Toros que se ubicaría en las inmediaciones de la calle de la Serrezuela, construida en 1893. Sin embargo, la estatua del libertador, proveniente de Munich, Alemania, llegaría cuatro años más tarde (1896). En sus entrañas reposa una cápsula de tiempo que custodia parte de la historia de la ciudad.
120 años después, el Parque de Bolívar ha inspirado a escritores, predicadores, políticos y enamorados con su música proveniente de las aves, el agua, los tambores y el silencio; convirtiéndose en un icono de la paisajística cartagenera y del reflejo de una ciudad con mil caras.
El Espejo Negro, comprometido con el ejercicio ciudadano y con la salvaguarda de los espacios de sano esparcimiento en otros sectores de la ciudad, presenta el siguiente especial audiovisual para exhortar a la ciudadanía al buen uso de este bien público y a exigir mayor compromiso de las administraciones y los cartageneros para recuperar los espacios de ocio en Cartagena, que en varios casos han sido victimas de contratistas irresponsables que no concluyen las intervenciones y terminan convirtiéndolo en escampadero de la delincuencia.
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FOTOGRAFÍAS: ANTES Y DESPUÉS
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1920: Estatua del Libertador, el piso en mármol fue el instalado inicialmente |
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2012. Fotografía: Carlos E. Rivera Ruiz |