Según Ildefonso Muñoz, que dirige la Unidad de Psicología del Centro Médico USP Fuengirola (Málaga, España), alrededor del 53 por ciento de los usuarios de teléfonos móviles presentan un cuadro de nomofobia (del inglés no mobile phobia), un miedo irracional a no llevar el celular encima, un terror que afecta más al sexo masculino.
De acuerdo con las investigaciones del Centro Médico USP Fuengirola, en las que participaron 2.163 personas, un 58 por ciento de los hombres y un 48 por ciento de las mujeres usuarios de telefonía móvil sienten ansiedad, inestabilidad, irritabilidad y falta de concentración cuando se olvidan el teléfono en su casa, no tienen señal, les queda poca batería o su dispositivo se ha quedado sin energía.
De los encuestados, la mitad admite que nunca lo apaga. «En algunos casos la dependencia del móvil puede encuadrarse dentro de las denominadas adicciones sin drogas», ha señalado Muñoz, coautor del estudio.
«Las adicciones sin sustancias presentan un similar perfil clínico y enfoque terapéutico que las químicas o drogodependencias», según José Ángel Arbesú, coordinador de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
Los estudios de la Organización Mundial de la Salud indican que una de cada cuatro personas sufre trastornos de la conducta relacionados con las nuevas adicciones, las cuales suelen iniciarse con una conducta ocasional que aumenta de frecuencia hasta convertirse en patológica.
De acuerdo con Arbesú, «las personas que padecen una adicción sin sustancia también generan tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia con patrones conductuales perniciosos o desadaptativos consolidados y repetitivos».
El psiquiatra Javier García Campayo, del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, señala que «estas adicciones pasan más inadvertidas porque son procesos de uso habitual e incluso necesario en muchos niveles laborales, y son más aceptadas socialmente porque, «es una cuestión solo de tiempo dedicado».
¿Tecnologías adictivas?
«La consulta por adicciones relacionadas con las nuevas tecnologías es mucho menos frecuente. Quienes acuden suelen ser adolescentes o jóvenes traídos por sus familias debido a las muchas horas que permanecen encerrados en su habitación con Internet», afirma García Campayo.
En opinión del psicólogo del USP Fuengirola «los jóvenes son los que más pueden llegar a sufrir nomofobia, ya que en su actual patrón de sociabilidad y en su forma de interactuar, predominan los mensajes de móviles y el chateo, y sin computador ni móvil su apagón comunicativo es total».
Para evitar caer en la nomofobia o al memos reducir la dependencia, Muñoz aconseja apagar el teléfono por la noche a partir de determinada hora, e ir haciendo «intentos» de dejarlo en una habitación distinta de la que nos encontremos, empezando por 10 minutos e ir aumentando este tiempo poco a poco hasta ser capaces de salir sin él.
«Si vamos en el carro y llevamos el celular por si lo necesitamos, podemos dejarlo apagado en la guantera, sabiendo que está ahí», recomienda Muñoz.
Otro estudio reciente, de la Universidad de Deakin, en Australia, reveló que algunos se sienten socialmente desplazados si tienen el modelo equivocado de smartphone.
Para el doctor Paul Harrison, de la Red Australiana de Acción del Consumidor de Comunicaciones, dado que los teléfonos se ha convertido en un elemento esencial para interactuar y comunicarse en el mundo moderno, si alguien quiere llevar una vida social actividad, necesita mantenerse conectado».
– Necesitas estar “localizable” las 24 horas del día.