
El incesto, abuso sexual, violaciones, acosos sexuales, suelen ser una de las causas, muchas veces ocultas, que llevan a algunas personas a buscar ayuda psicológica u otro tipo de tratamiento.
Todo abuso sexual es una violación al cuerpo y a la confianza, es una ruptura a los límites personales, emocionales, sexuales y energéticos, que provocan heridas profundas y que dejan cicatrices a nivel físico, emocional, espiritual y psicológico, comentó en entrevista con EL UNIVERSAL Edomex, Sofía González de la Parra, psicóloga de la Sociedad Psicoanalítica de México con sede en Satélite.
El abuso sexual en niños, adolescentes y adultos es más común de lo que se piensa, estudios muestran que una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños serán sexualmente agredidos antes de cumplir 16 años, comentó la especialista. Para ello la mejor prevención en este caso es la educación.
El motivo del ataque sexual, no es primordialmente el placer o la satisfacción sexual del ofensor, sino que tiene que ver con poder, control, dominación y humillación; el ataque sexual es una forma de violencia en lo cual el “sexo” es utilizado como arma contra la persona de quien se abusa, dice Sofía González.
El tratamiento.
María, víctima de abuso sexual guardó silencio durante doce años, debido a la amenaza del agresor. “fui violada cuando tenía ocho años, por un primo que en ese momento tenía 24, doce años no le dije a nadie de lo que me había pasado, él me amenazó con hacerle daño a mi mamá”, señaló en entrevista con EL UNIVERSAL Edomex.
“Yo no sabía nada de sexo cuando era pequeña, en mi casa no se tocaban esos temas, como niña nadie me había explicado cómo era una relación sexual o como se llamaban los genitales masculino y femenino, mi mamá decía que hasta que creciera, cuando mi primo me violó yo no supe que me había hecho”, explica la víctima.
Gracias a la Asociación para el Desarrollo Integral de las Personas Violadas (ADIVAC), María, mediante ayuda terapéutica supo salir adelante y mejorar su calidad de vida.
“Guardé silencio durante muchos años, lo cual me llevó a un estado de profunda depresión, yo me quería morir desde que tenía doce, no quería vivir, ni salir con nadie, sentía que no valía la pena, nunca me veía en los espejos, ni tocaba mi cuerpo, hasta que recibí ayuda terapéutica”, dice la víctima.
Durante el proceso terapéutico en ADIVAC, la gente comienza a entender que ellos no provocaron la violación, los cambios en la gente que se encuentran en terapia se observa desde la tercera sesión, romper el silencio es el mayor obstáculo que enfrenta una persona que ha sido violada, pueden pasar seis meses o hasta 20 años, para que una víctima decida hablar.